Duerme pueblo se inspira desde su título en el popular juego colegial antaño conocido como El Asesino para sumergirnos en un formato de thriller que bordea el terror.
La acción se
desarrolla en un recóndito núcleo rural norteño con tintes de España
profunda llamado Barballo. Allí los típicos poderes
fácticos como el cura o el alcalde conviven con personajes más sombríos como
las mujeres-lobo,
la bruja Flavia o Julia la cazadora, dueña de un
incómodo secreto. La aparición de un vecino asesinado abre una sucesión de
muertes con la consiguiente espiral de recelo y trapos sucios donde puede
señalarse más de un posible sospechoso y cualquiera puede ser la siguiente
víctima.
Un planteamiento
similar a ese whodunit de Agatha Christie llamado Diez
negritos pero que Xulia Vicente y Núria Tamarit desarrollan
mediante un hábil metalenguaje gráfico, repartiéndose entre sí la acción diurna
y la nocturna: Así las viñetas ordenadas y bien delimitadas mientras luce el
día y resplandece la verdad se contraponen con las escenas nocturnas,
desdibujadas y confundidas como en una pesadilla. Esa mezcla de estilos, unida
al trazo vivaz y una cierta influencia manga, juega a favor del dinamismo
narrativo en composición y trama, como también el hecho de anticipar al lector
detalles que los protagonistas todavía desconocen. El resultado es un puzzle
que mantiene el eficazmente el suspense hasta la sorpresiva resolución.
Novela gráfica
coral donde el hábitat rural de Barballo se erige en gran
protagonista por encima de unos personajes certeramente construidos, Duerme
pueblo pone de relieve la cerrazón todavía presente en muchos núcleos rurales, su
frecuente orgullo de la ignorancia, los fantasmas del caciquismo y sobre todo
el poder de las supersticiones. Pero además nos revela a dos interesantes
autoras a las que seguir desde ahora la pista.
Imágenes: La Cúpula.
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