Ya sea la épica del
mito de Ícaro, ya sea la expresión “altos vuelos” para designar
cualquier cosa que nos parece de importancia, desde tiempo inmemorial
relacionamos el concepto volar con la gran fascinación inalcanzable del ser
humano. Ése imposible con el que cualquiera de nosotros gozaría es el mcguffin
de Sueños de volar, el libro de Teresa Marques ilustrado por Fátima
Alonso acerca de la posibilidad de cumplir o no nuestros sueños.
A través de una
chica decidida a salir de sí misma en busca de “un destino sin mapa”, Sueños
de volar (Kalandraka) expresa la necesidad de afrontar el reto de cambiar para
crecer y qué mejor imagen que la de las aves a la hora de emprender ése vuelo
con el que asociamos la libertad. Pero mucho cuidado porque soñar demasiado
también tiene sus peligros: las aves tienen alas, nosotros no y por eso lo más
difícil es mantener las dosis de realismo necesarias para saber hasta dónde
podemos llegar con nuestros sueños.
Por eso Sueños
de volar nos alienta a tirar del deseo y la voluntad para salir de la
zona de confort, pero también nos advierte del peligro de soñar por encima de
nuestras posibilidades y caer en ingenuos espejismos que sólo nos llevarían a
la frustración, distinguir entre soñar y soñar tanto que lleguemos a olvidarnos
de nosotros mismos. Una reflexión que conlleva dudas y miedo a lo desconocido,
pero que los poéticos de dibujos de Fátima Alonso convierten en
contemplativa y serena, una atmósfera de belleza etérea reconocida con una
mención especial en el VII
Premio Compostela de Álbum Ilustrado.
Dirigido a lectores
a partir de 8 años, la belleza lírica de Sueños de volar anima a cada uno a
encontrarse a sí mismo explorando el camino menos trillado. Con las debidas
precauciones, eso sí, pero sin olvidar que, o intentamos hacer nuestros sueños
realidad o podemos lamentar para siempre no habernos atrevido.
Imágenes: Kalandraka.
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